MODO DE HACER LA NOVENA.
Para conseguir el fruto debido es muy conveniente la meditación en la Pasión de Nuestro señor Jesucristo, con cuyo objeto se distribuye ésta en nueve pasos, que son: El beso de Judas.- La prisión del Huerto.- La vestidura de loco.- Los azotes.- La coronación de espinas.- El Ecce Homo.- La sentencia de muerte.- La Cruz a cuestas.- Y el encuentro con su Santísima Madre.
Cada uno de ellos, por el orden con que están establecidos, será la materia de meditación en el día correspondiente; pues a este fin están dispuestas las oraciones propias del día.
Después de hecha la señal de la Santa Cruz, se dirá el acto de contrición y la primera oración, que son comunes a todos los días. Acabada ésta, se rezará a coro por tres veces el Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri.
Luego se hace una breve pausa para que cada uno, en silencio, pida al Señor lo que más conviene a su salvación eterna, y se dice la oración de cada día concluyendo con esta súplica:
Reconocida, sentida y adorada sea de todo el mundo la amarga Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre y Señora. Amén.
Por último se rezarán los gozos con el versículo y oración.
PRIMER DÍA
Por la señal de la Santa Cruz, etc.
ACTO DE CONTRICIÓN
Amorosísimo JESÚS, Dios de infinita Bondad, Padre de las misericordias: A vuestros pies, Señor, tenéis el alma más ingrata, el pecador más atrevido; pero reconocido también de su feísima ingratitud. Yo conozco, Señor, que la enorme fealdad de mis culpas ha sido la causa de los tormentos y afrentas, que padecisteis por la redención de mi alma. ¿Pero qué haré con este conocimiento si tibio y poseído del vicio el corazón no se derrite en lágrimas para desagraviar vuestra Divina Persona y solicitar el perdón de sus culpas? Mas ésto sucede, Señor, al que os ofende, y como si esto no fuese el último de los males, con todo, ni teme el castigo, ni solicita el remedio. No obstante, del modo que puedo, confieso y publico los desórdenes de mi vida; y arrepentido recurro por el perdón a vuestra clemencia, pesándome de haberos ofendido; no por el castigo que merecía mi ingratitud, sino por haber ofendido a vuestra Bondad inmensa. Este, Señor, será el día en que empiezo a serviros y amaros, aborreciendo los vanos placeres de esta vida, para asegurar la eterna. Tantas fuentes de sangre, como mis culpas abrieron en ese Sacratísimo Cuerpo, son rayos de misericordia para la purificación de mi alma, y puertas francas por donde entre a purificarme de mis culpas.
Disponed, dulcísimo JESÚS, que no desprecie como hasta aquí vuestra Benignidad. Encendedme; pues me veis tibio en la virtud. Dirigidme; pues me veis ciego por las pasiones; enseñadme, pues llevo errada la senda de mi vida. Pequé, conozco mi culpa y me pesa de corazón; pero sea ostentación de vuestra misericordia el perdón de mi alma y los auxilios que necesito para la enmienda de mi vida. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Dulcísimo JESÚS Nazareno, Divino Redentor de las almas. Yo, vilísima y humilde criatura, la más merecedora de vuestra indignación por los feos desórdenes de mi vida, arrojada con dolor a vuestros pies, adoro Señor, el inefable Sacramento de vuestra Pasión Dolorosa, y en ella los sensibles y afrentosos pasos, que representa vuestra Real Persona desde que orásteis en el Huerto, hasta el doloroso encuentro con vuestra lastimada Madre. ¡Cuántos fueron los tormentos, las penas, las afrentas, las congojas! ¡Cuánta vuestra paciencia, vuestra mansedumbre, vuestro amor! ¡Y cuánto el gozo con que todo lo padecísteis, por quebrantar las cadenas, con que el pecado me había hecho esclavo suyo! ¡Quien fuera, Señor, un Querubín para entender Pasión tan amarga, y un Serafín para amarla dignamente! ¡Cuánto os ofendí, pues tanto os costó mi redención! ¡Qué enorme fue mi culpa, pues tanto importó su rescate! ¡Qué feliz fuera yo, dulce JESÚS si con la indignación que concibo contra el pecado, despedazado de dolor el corazón, se moviera a desagraviaros! Pero ya que la culpa es obstáculo al agradecimiento, suplico os pacientísimo JESÚS mío, por esos dolores, por esas afrentas y por esas congojas, no olvidéis esta pobre alma ya arrepentida de su culpa. Miradme, Señor, pero sea después de poner los ojos en Vos mismo herido y afrentado por mi amor. Y pues tanta Sangre se vertió por mi rescate, haced que la perversa inclinación de mis pasiones no malogre este precio infinito. No me arrojéis, Señor, de vuestros pies hasta concederme esta gracia, para que pueda emplearme en serviros y alabaros eternamente. Amén.
Reconocida, sentida y adorada sea de todo el mundo la amarga Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre. Amén.
ORACIÓN
PARA EL PRIMER DÍA
¡Oh Benignísimo JESÚS! ¡Oh Dios de infinita paciencia! Pasmados, Señor, tiene a los Cielos, a la Tierra, a los Elementos y a las criaturas todas, la mansedumbre con que recibísteis de la torpe boca del alevoso judas el beso con que os entregó a vuestros crueles enemigos. ¡Qué es esto! ¡Hasta aquí llegó, Señor, vuestra tolerancia! ¡Hasta aquí vuesto amor al hombre! ¿No había un rayo a mano para confundir a ese alevoso que os entrega a la muerte con demostraciones de amigo? ¿Una vil criatura a su criador? ¿Un discípulo querido a su Maestro? ¡Oh hombre vil! ¡Oh fiera! ¡Oh furia! ¿No temes infame besar a Dios tan pérfidamente? ¿Pero, por qué me indigno contra este desdichado excediéndole yo en el delito? ¿Cuántas veces, Señor, os vendí más torpemente que él? ¿Cuántas os alabé con los labios, siendo el corazón todo del vicio? ¿Cuántas en la confesión traté con Vos en paz, quebrantando luego mis votos y mis propósitos? ¿Cuántas con labios torpes llegué a recibiros en el Sacramento sin haber abandonado los deleites y pasiones que me arrastran? Yo, yo soy, Señor, el alevoso discípulo que os ha vendido. Pero también vos sois un Dios bueno, un Dios manso, un Dios benigno; y ningún empleo tan propio de vuestro amor como perdonar mi necedad. No más pecar, Señor, no más ingratitud. Sustituya desde luego a la culpa la enmienda de mi vida; al vicio el arrepentimiento, y a la distracción una continua meditación en vuestra Pasión Sacrosanta. Y concédeme JESÚS mío, si es del agrado de vuestra Majestad, el favor que os pido en esta Novena. Amén.
Aquí se dice tres veces:
Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri;
y luego:
Con fe viva y dolor de sus culpas, pida cada uno al dulcísimo JESÚS la merced que desea; y sea tal que ceda en gloria suya, y bien de su alma.
SEGUNDO DIA
Todo como el primero,
hasta concluir con la oración siguiente:
¡Oh Dios de infinita bondad y tolerancia! ¡Vos perseguido como malhechor y blasfemo! ¡Vos maniatado y arrastrado por una vil canalla, que os llenó de baldones! ¡Oh estupendo sufrimiento del Omnipotente! ¡Oh culpa, a cuanto llegó tu malicia, pues ataste a Dios las manos! ¿De dónde, Señor, atadas vuestras divinas manos, de las que procede todo bien me vendrá el consuelo en los trabajos, el alivio en las enfermedades, el auxilio en las recaídas de mis culpas? ¡Cómo podré yo, dulcísimo JESÚS mío, romper por entre la gente armada, que os conduce a la muerte y humedecer con mis lágrimas esas crueles ataduras, para que se aflojen siquiera y tengáis alivio, ya que no puedo romperlas del todo! ¿Vos atado, y yo libre en las pasiones y apetitos? ¿Vos en poder de fieras inhumanas, que os arrastran, y yo con la misma fiereza arruinando la hacienda y la honra ajena? ¡Oh perversidad! ¡Oh ingratitud del culpado para con el inocente! Alabo, Señor, vuestro amor y quisiera tener en el pecho las criaturas todas, que más finamente os aman, para que agradecieran conmigo el exceso de amor en dejaros de aprisionar por mf. Conozco bien que mis pecados tejieron esos duros cordeles; pero si Vos me ayudáis yo desharé con penitencias lo que tejieron mis culpas. Concededme, maniatado JESÚS mío, que yo llegue a aborrecerlas dignamente. Y si ha de conducir a este fin el favor que os pido en esta Novena (pues nunca más generoso, que cuando maniatado) concededme este beneficio. Amén.
TERCER DÍA
Todo como el primero,
hasta concluir con la oración siguiente:
¡Oh Dulce JESÚS! Dios de infinita sabiduria ¿en qué entendimiento pudo caber jamás que llegasen a tan subido punto los excesos de vuestro amor para que os dejaseis vestir por Herodes de una vestidura blanca que en aquel tiempo era la insignia de los locos? ¿También ésto, dulcísimo JESÚS, también ésto cabe en vuestro amor? No estaba mejor en mí este infame tratamiento, que desatinadamente poseído de mis pasiones, nada pienso que no sea locura: nada apetezco que no sea vanidad: nada me gusta que no sean devaneos. Yo Señor, soy el loco. Yo el que perdida la luz de la razón, como fátuo, al fin amo más lo caduco que lo eterno: desprecio por un pequeño gusto el Cielo y sigo los deleites, como si fueran mi eterna bienaventuranza. ¿Pero de qué me sirve, Señor, esta pequeña luz que me ha quedado, si aun conociendo mi locura, persevero en ella? No así, Señor, no así. Conozco bien que si no vuelvo en mí antes que se os apure el sufrimiento, me pierdo en compañía de los insensatos, cuya cárcel es eterna. Dadme esfuerzos dulcísimo JESÚS mío, y sea tal la penitencia que desde hoy haga, que recobre la cordura a fuerza de pena. Y para que me aliente más la contrición concededme, Señor, lo que os pido en esta Novena.
CUARTO DÍA
Todo como el primero, hasta concluir
con la oración siguiente:
¡Oh amantísimo Cordero, dulce JESÚS de mi alma!, qué tempestad de azotes cayó sobre vuestras delicadas carnes, para temblar la rabia cruel de aquél mismo Pueblo, que veníais a redimir. Veo hermosura de los Cielos, que os desnudan afrentosamente a vista de todo el Pueblo. Veo que os amarran fuertemente a una columna como si voluntariamente no viniéseis a padecer. Veo, que empiezan a desgarrar vuestras Sacratísimas carnes con varas de espino y otros instrumentos crueles. Veo que se remudan fatigados los verdugos, que corre la sangre a arroyos, que se registran ya los huesos, que no hay al fin parte sana en vuestro Cuerpo que pueda recibir los golpes. Y en esta ocasión si hubiera en mí conocimiento, si hubiera correspondencia, si hubiera amor, ahora era cuando debía perder la vida a fuerza de pena. ¡Pero ay de mí, que los desórdenes de mi vida fueron los instrumentos de vuestro dolor! Mis culpas puestas en las puntas de los látigos, rasgaron inhumanamente vuestras venas. ¿Cómo podré yo, dulce JESÚS, enmendar este sacrilegio atroz? ¿Cómo podré llenar de dulces lágrimas de compasión los surcos que en vuestras espaldas hicieron los azotes? ¿Cómo podré recoger tanta Sangre Divina, vertida por mi causa? Pero todo lo puedo, Señor, si Vos me concedéis lo que os pido en esta Novena. Para eso os lo suplico; para satisfaceros, para enmendarme, para corregir mi vida, para llorar vuestra pasión y para alabaros eternamente. Amén.
QUINTO DÍA
Todo como el primero, hasta concluir
con la oración siguiente:
¡Oh Rey Supremo y Señor Soberano del Cielo y Tierra! No sé yo, vil criatura, ponderar bien vuestra coronación de espinas, y por eso no pierdo el juicio de dolor al veros en esta situación tan afligido y lleno de oprobio. ¿Vos coronado como Rey falso y presuntuoso? Hasta aquí pudo llegar la insolencia del pecador disputándoos el poder, y tratándoos como a un hombre vil.
Pero yo aún veo que mal contenta la malicia de los judíos con que este oprobio hiriese lo más vivo de vuestro honor, hirió también lo más vivo de vuestro Cuerpo, ocasionándole uno de los tormentos más atroces; barrenando vuesta Cabeza con crueles espinas en forma de Corona. ¡Oh cabeza sacrosanta! ¡Qué contraste formáis con la mía, en quien como en trono, reside la vanidad, la soberbia, la altivez! ¡Vos coronado de espinas, y yo de flores y pensamientos vanos! ¡Vos pensando en haceros fuentes de sangre para lavar mi alma! ¡Y yo discurriendo en mancharla con ideas menos puras! No, no así, dulcísimo JESÚS mío. Tocad, Señor mi corazón con una de esas aceradas puntas, para que herido de vuestro amor, acabe desde hoy en mí la vanidad. Vos sabéis, Señor, cuanto puede el apetito en esta flaca criatura; pero superior en fuerzas es vuestra Gracia. Concedédmela Señor, con la eficacia que necesita mi flaqueza, y con ella la merced que os pido en esta Novena, para que agradecido a vuestra Bondad ella sea el despertador de mi conocimiento. Amén.
SEXTO DÍA
Todo como el primero, hasta concluir
con la oración siguiente:
¡Oh Dios de Bondad inmensa y de tolerancia infinita! Míroos, Señor, asomado a un balcón, cubierto de heridas, lleno de oprobios y congojas, y no se si me irrite contra aquel Pueblo ingrato, que os veía y os despreciaba, o contra mí. que le excedo en la ingratitud. Aquél os miraba como hombre; y aunque por vuestras maravillas debía confesaros Dios o carecía de este conocimiento, o le tenía muy confuso de vuestra Divinidad. Yo con luz superior os confieso Dios, Rey Soberano de Cielos y Tierra. ¿Y, sin morir, me atrevo a miraros, Señor? -¿Vos Rey de burla? ¿Vos vestido de una asquerosa púrpura por ignominia? ¿Vos con Corona fabricada, para ludibrio y dolor, más que para insignia de Majestad? ¿Una vil caña en la mano, al que formó el Cielo y la Tierra? ¡Oh corazón duro que ésto ves, y vives! ¿Sabes que aquél hombre es el Dios de poder inmenso; y no procuras desagraviarle publicando su Majestad? Sí, dulcísimo JESÚS mío; sí, yo os confieso y os adoro. Yo pasmo de que en vuestra tolerancia cupiese tal ignominia. Y en pequeña satisfacción de este amor, vengan sobre mí desprecios y baldones. Pero alentadme, Señor, con vuestra gracia para que os imite, y concededme el bien que os pido en esta Novena; que apreciaré sólo para reconoceros, serviros y amaros eternamente. Amén.
SÉPTIMO DÍA
Todo como el primero,
hasta concluir con la oración siguiente:
¡Oh Mansísimo Cordero, dulce JESÚS de mi alma! Llegó la hora fatal de firmarse contra Vos por mis culpas la sentencia de muerte, la oigo pregonar; y ni la pena me ahoga, ni el corazón arroja una lágrima. ¿Qué deplorable estado es éste en que me tiene la culpa? ¿Vos por sedicioso, por maestro de falsa doctrina, por usurpador de la divinidad sentenciado a muerte de Cruz? Apelo, Señor, de esta inicua sentencia al Tribunal Supremo de vuestro Padre. Si se pronunciase sobre mí, justa era la pena, pues míos son los delitos de que os acusan: ¿Pero Vos, inocentísimo Cordero, sentenciado como injusto? Apelo, digo, pero tarde, porque ya vuestro amor al hombre tiene admitida la sentencia. Id, pues, Señor, id, y tenga vuestro amor la complacencia de morir por quien ama. Pero no me neguéis a mí la de morir a vuestros pies. Acabé yo al mundo, espiré a la vanidad, muera a la soberbia, a la ambición, a todo lo temporal, que tan distraído me traen de lo eterno, para que fui criado. Yo nací para morir, y para morir tan de improviso, que ingnoro el instante en que ha de ejecutarse esta sentencia; y con todo vivo, como si fuera inmortal, y tan contento, como si no hubiera pecado. Corregid, dulce JESÚS mío, este extravío de mi entendimiento, y dispesándome el favor que os pido en esta Novena, haced que la sentecia de vuestra muerte sea para mí decreto de eterna vida. Amén.
OCTAVO DÍA
Todo como el primero, hasta concluir
con la oración siguiente:
¡Oh JESÚS dulcísimo! Holocausto puro, Víctima inocente: ¿qué Cruz es esa que oprime vuestros Sagrados hombros? ¿Vos conducido a la muerte como reo; y yo, siendo el delincuente, pensando en darme una vida llena de delicias y conveniencias? ¿Vos cargado con el duro Patíbulo en que habéis de exhalar el último aliento, y yo anhelando gustos y placeres? ¿Vos agonizando, y cayendo a cada paso con el peso, y falta de la Sangre y, yo rico, contento y descansado? ¿Vos arrastrado con vilipendios, y yo soberbio e implacable con mis enemigos? ¡Oh Dios bueno! ¡Oh Dios manso! ¡Oh Dios apacible! ¡Pero, oh terquedad mía, que perseverando voluntariamente en la culpa, no trato de aliviar a mi Señor, que va a morir por mí! ¡Pero cómo lo haré yo, dulce JESÚS de mi alma! Yo os diera el corazón, para que, puesto entre la Cruz y el hombro, recibiera gran parte del peso; pero creo que mi corazón excede en dureza a la Cruz Vuestro alivio (si yo soy capaz de darlo a un Dios oprimido) estuviera en que yo os imitara cargando con la Cruz de la penitencia, que necesitan mis culpas. Pero aún en esto tenéis Vos que poner la mayor parte, arrimando el hombro a mi arrepentimiento. Sin auxilios y auxilios que quebranten mi terquedad, no os podré seguir. Concedédmelos, benignísimo Señor, con el favor que os pido en esta Novena, para que eternamente os bendiga y alabe. Amén.
NOVENO DÍA
Todo como el primero, hasta cuncluir
con la oración siguiente:
¡Oh encuentro el más lastimoso que jamás hubo ni habrá entre Hijo y Madre! ¡Oh dulcísimo JESÚS, qué fiero golpe os dió el amor, presentándoos a vuestra madre hecha un mar de amarguras! ¡Qué dulcemente os despediríais de ella, y le pediríais permiso para ir a morir por los hombres! ¡Cómo se los dejaríais encargados a su amor, para que distribuídos los cuidados, Vos como Padre muriéseis por ellos y MARÍA como Madre los conservarse puros! Pero, ¡oh afligidísima Señora, esta fue la hora en que aquella Espada, que os profetizó el anciano Simeón traspasó vuestro pecho Virginal! Mirad, Señora, a vuestro Hijo. Consideradle bien, y ved cuanto creció la malicia de mis culpas, que así llegaron a desfigurarle. ¿Cómo acertaré yo, Señora, a templar vuestra agonía siendo mis pecados la causa de ella? Sí, ellos prepararon este espectáculo lastimoso. Ellos quitaron la vida a vuestro Hijo, dejándoos a Vos entregada a tan acervo dolor. Y con todo este conocimiento, ni siento, ni lloro, ni dejo la ocasión del pecado. Perdido soy, dulce JESÚS de mi alma, afligidísima Madre mía, si vuestro amor no vence mi tenacidad, por el acervísimo dolor que tuvísteis al encontraros, os suplico me miréis con ojos de piedad, y no permitáis me precipite en la perdición. Antes con el favor que os pido en esta Novena, reconozca vuestro amor y asegure el veros y adoraros eternamente en la Gloria. Amén.
A Gloria de Dios y de su Santísima Madre.
Gozos en la Novena de Jesús
Sólo en Vos siempre confío
grabéis esto en mi memoria
fuente de misericordia
dulce Jesús Padre mío.
Con el beso de perfidia
que Judas os ofreció,
su traición no se ocultó
a vuestra sabiduría.
Vos recibís con cariño
su maldad; Dios de la Gloria.
Fuente de misericordia
dulce Jesús Padre mio.
Cual blasfemo y malhechor
¡oh Dios! fuiste perseguido,
arrastrado, escarnecido
sin piedad y sin pudor,
y todo lo habéis sufrido
por mi amor; ¡oh Dios de Gloria!
Fuente, etc.
De estupidez y locura
vuestro silencio graduó
Herodes y ordenó
que una blanca vestidura
en vez de ser de amor fino
fuese señal irrisoria.
Fuente, etc.
Con azotes cinco mil
vuestra belleza afeó
y vuestras carnes rasgó
aquella turba tan vil
¿quien pues tan cruel suplicio
grabar puede en su memoria?
Fuente, etc.
De espinas setenta y dos
una Diadema tejieron
y vuestras sienes rompieron
con inhumanidad feroz.
En esa corona fío
ser coronado de gloria.
Fuente, etc.
Ecce Homo, he aquí el hombre,
dijo Pilato a la turba
y está completa la burla,
el Cielo y Tierra se asombre
al ver vuestro poderio
y ensalce vuesta memoria.
Fuente, etc.
Vuestra doctrina y verdad
por sedición es tomada
y como tal es fallada
con una sentencia audaz
muera ha gritado el impío
despreciando vuestra gloria.
Fuente, etc.
¡Bajo el peso de una Cruz J
esús víctima inocente!
¡Y yo que soy delicuente
me aparto de vuestra luz!
¿Cómo me distraigo y río
en esta vida ilusoria?
Fuente, etc.
Del calvario en el camino
a vuestra Madre encontráis
y de hijo la mostráis
el acendrado cariño.
Su amor siempre santo y pío,
con Vos sube al Monte Moria.
Fuente, etc.
V. Jesús benigno, tened misericordia de Nosotros
R. Que por tu clemencia padeciste por Nosotros.
ORACIÓN
Mirad, Señor, a esta vuestra familia por la que Nuestro Señor Jesucristo se entregó a sus verdugos y sufrió los tormentos de la cruz; que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
LO MISMO EN LATÍN
V. Jesus benigne miserere nobis.
R. Qui passus est clementer pro nobis.
OREMUS
Réspice, quaesumus, Dómine, super hanc familiam tuam, pro qua Dóminus, noster Iesus Christus non dubitávit mánibus tradi nocentium, et crucis subire tormentum. Qui tecum vivit…
SANTO ROSARIO
Por la señal…
Señor mío Jesucristo…
En cada misterio, se reza:
– un Padrenuestro
– diez Avemarías
– un Gloria
Al terminar el misterio:
“María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
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MISTERIOS
GOZOSOS(Lunes y Sábados) | LUMINOSOS(Jueves) | DOLOROSOS(Martes y Viernes) | GLORIOSOS(Miér. y Domingos) |
1er MisterioLa encarnación del señor (Lc 1,26-38) 2º. MisterioLa visitación de nuestra Señora a Santa Isabel (Lc 1, 39-56) 3er. MisterioEl Nacimiento del Hijo de Dios en Belén. (Lc 1,1-7) 4º MisterioLa presentación del niño Jesús en el Templo.(Lc 2, 22-38) 5º MisterioEl niño perdido y hallado en el Templo. (Lc 2, 41-50) | 1er MisterioEl Bautismo del Señor. (Mt 3, 13-17) 2º. MisterioLa Autorrevelación en las bodas de Caná. (Jn 2, 1-12) 3er. MisterioEl Anuncio del Reino invitando a la conversión. (Mc 1,15) 4º MisterioLa Transfiguración del Señor (Mc 9, 2-13) 5º MisterioLa Institución de la Eucaristía. (Lc 22, 19-22) | 1er MisterioLa oración del Señor en el Huerto. (Lc 22,39-46) 2º. Misterio La Flagelación del Señor. (Mt 27,26) 3er. MisterioLa Coronación de Espinas. (Mt 27, 28-31) 4º MisterioJesús con la cruz a cuestas. (Lc 23,26-32). 5º MisterioCrucifixión y Muerte del Señor. (Jn 19,18-30) | 1er MisterioLa Resurrección del Señor. (Mt 28, 2-6) 2º. MisterioLa ascensión del Señor a los cielos. (Lc 24, 50-52) 3er. MisterioLa Venida del Espíritu Santo. (Hech 2,1-4) 4º MisterioLa Asunción de Nuestra Señora. (Cant 3,6;8,5) 5º MisterioLa Coronación de Nuestra Señora. (Ap 11,19) |
LETANÍA DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad Cristo, ten piedad Señor, ten piedad Cristo, óyenos Cristo, escúchanos –Dios, Padre Celestial Dios Hijo, Redentor del mundo Dios, Espíritu Santo Trinidad Santa, un solo Dios –Santa MaríaSanta Madre de Dios Santa Virgen de las Vírgenes Madre de Cristo Madre de la Iglesia Madre de la Divina Gracia Madre Purísima Madre Castísima Madre Virginal Madre sin mancha de pecado Madre Inmaculada Madre Amable Madre Admirable Madre del Buen Consejo Madre del Creador Madre del Salvador Virgen Prudentísima Virgen digna de veneración Virgen digna de alabanza Virgen Poderosa Virgen Clemente Virgen Fiel | Espejo de Justicia Trono de Sabiduría Causa de nuestra alegría Vaso Espiritual Vaso digno de honor Vaso insigne de devoción Rosa Mística Torre de David Torre de Marfi lCasa de Oro Arca de la Alianza Puesta del Cielo Estrella de la Mañana Salud de los enfermos Refugio de los pecadores Consoladora de los afligidos Auxilio de los cristianos Reina de los Ángeles Reina de los Patriarcas Reina de los Profetas Reina de los Apóstoles Reina de los Mártires Reina de los Confesores Reina de las Vírgenes Reina de todos los Santos Reina sin pecado original Reina asunta al Cielo Reina del Santo Rosario Reina de la FamiliaReina de la Paz |
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN: Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y, por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
MOTETES
1. Sois en clemencia tan lleno
Que no es fácil comprender,
SOBERANO NAZARENO,
VENIDNOS A SOCORRER (bis)
Muerte en afrentosa cruz
Sufristeis, Señor, gustoso.
Sacrificio tan costoso
Prestó al hombre eterna luz.
Lucifer, fiero avestruz,
Rabió tal portento al ver.
SOBERANO…
2. Sois en clemencia…
En cualquier calamidad
De peste, hambre y horror
Imploremos del Señor
Misericordia y piedad
Pues con tal cordialidad
Nos mostrará su querer,
SOBERANO….